En 2009...

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Este presente año 2008 muy pronto pertenecerá al pasado de cada uno de nosotros y según hayan sido nuestras experiencias personales en todos los ámbitos externos en que nos hayamos desempeñado y las vivencias en los planos físicos y espirituales que nos tocaron atravesar, será que lo valoremos como un año rico y pleno de experiencias valiosas o un año estéril y doloroso. O con ambos ingredientes, como más probablemente ha sido.
Sean cuales hayan sido las circunstancias que nos tocaron vivir siempre son enseñanzas que debemos atravesar para acrecentar nuestro aprendizaje de vida. Así como el labrador abona la tierra con elementos de desecho para volverla más fértil, así las experiencias dolorosas o difíciles de atravesar nos sirven para enriquecer nuestra alma y volverla útil y valiosa para ofrecerla a los demás. Preservar la alegría y las ganas de vivir a pesar de las tormentas atravesadas, nos volverán personas plenas y sabias más cercanas a Dios.
Proponernos obtener logros para nuestra vida interior a partir de tomar la férrea decisión de dejarle espacio a los cambios que sabemos que debemos realizar en nuestras vidas, requerirá sin duda alguna de una gran fuerza de voluntad que muchas veces nos abandona, pero tomando esta fuerza de voluntad en nuestra mano y esgrimiéndola como la más poderosa arma que tenemos para romper las sólidas estructuras mentales que no nos permiten avanzar y desarrollarnos, podremos lograr asomarnos lentamente a respirar la luz del sol y de la vida plena que se encuentra más allá de las murallas que con nuestra ignorancia hemos construido.
La tristeza, la depresión, el aburrimiento, la discordia, el rencor, la segregación, las divisiones de toda índole, son parte en mayor o menor medida de nuestra existencia. Al centrarnos en nosotros mismos y considerarnos como lo más importante que la humanidad tiene entre sus tesoros, nos es difícil tener el entendimiento de cómo funcionan las fuerzas que a nuestro alrededor giran y que esas fuerzas operan únicamente para nuestra alegría, felicidad y crecimiento. El mirar más allá de nosotros y gradualmente darnos cuenta que todos somos Uno y que los demás nos necesitan y nosotros necesitamos de ellos, será uno de los primeros pasos para lograr la expansión de nuestra conciencia y por lo tanto de la comprensión de cómo funciona el Amor de Dios.
Pidamos que el año que comienza, sea el que elijamos como el de la realización de los mayores cambios en nuestra existencia, cambios que sólo nosotros podemos llevar a cabo en nuestro interior y que se reflejarán en nuestras circunstancias inmediatas, porque una idea que contribuye a confundirnos más es la de que son las circunstancias externas las que deben cambiar porque no nos satisfacen y no nos brindan la felicidad anhelada. Descubrir que el funcionamiento inverso es el correcto será una maravillosa fuente de alegría y paz tanto para nosotros como para nuestro entorno.
Y nos hará un poco más sabios.
Con amor, les deseo paz en sus corazones
Alejandra
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La Meta Suprema

Máximas de Yogananda extraídas del libro "Donde Brilla la Luz"
Por Paramahansa Yogananda Giri

Cuando estamos en sintonía con Dios, nuestra percepción se torna ilimitada, siendo capaz de pe­netrar por doquier en el caudal oceánico de la Divi­na Presencia. Cuando conocemos al Espíritu, y to­mamos conciencia de que somos Espíritu, no exis­te costa ni mar, tierra ni cielo, pues Él es todo. La fusión de todas las cosas en el Espíritu es un estado que nadie es capaz de describir. Se experimenta una infinita bienaventuranza: la plenitud eterna del go­zo, la sabiduría y el amor.

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El amor de Dios, el amor del Espíritu, es un amor abrasador. Una vez que lo has experimenta­do, te guiará incesantemente en los reinos eternos.

Semejante amor jamás podrá ser arrebatado de tu corazón. Allí permanecerá ardiendo, y en su fuego descubrirás el inmenso magnetismo del Espíritu que atrae a otros seres hacia ti, así como también todo aquello que realmente necesitas o deseas.

Te digo de verdad que todas mis preguntas han sido contestadas, no por los hombres sino por Dios. Él es. Él es. Es su Espíritu quien te habla a través de mí. Es de su amor del que hablo. ¡Oleada tras oleada de gozo estremecedor! Cual dulce céfiro su amor envuelve el alma. Noche y día, semana tras semana, mes tras mes, año tras año, continúa creciendo, y no sabes donde llegará. Y eso es lo que tú anhelas experimentar, lo que cada uno anda buscando. Piensas que lo que deseas es el amor humano y la prosperidad, pero en el fondo de ambos se encuentra el Padre, quien te está llamando. Si logras comprender que Él es más grande que todos sus dones, ciertamente lo encontrarás.

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El hombre ha venido a la tierra exclusivamente para aprender a conocer a Dios; no existe otra razón para su permanencia aquí. Éste es el verdadero mensaje del Señor. A todos aquéllos que le buscan y le aman, Él les habla de esa Vida sublime donde no hay dolor ni vejez, guerra ni muerte, sino sólo seguridad eterna. En esa Vida nada se destruye. En ella existe únicamente una felicidad inefable que jamás se agosta: una felicidad que es siempre nueva.

Así pues, vale la pena buscar a Dios. Todos aquéllos que sinceramente lo buscan, con seguridad lo encontrarán. Aquéllos que anhelan amar al Señor y ansían entrar en su reino, y desde lo más profundo de su corazón desean conocerle, sin duda le encon­trarán. Día y noche debes tener un anhelo cada vez más intenso de conocer a Dios. En reconocimiento de tu amor, Él cumplirá la promesa que te hiciera por la eternidad y experimentarás entonces gozo y felicidad sin fin. Todo es luz, todo es gozo, todo es paz, todo es amor. Todo es Él.


PLEGARIAS Y AFIRMACIONES


Enséñame a descubrir tu presencia en el altar de mi constante paz, y en el gozo que nace de la meditación profunda.

Concédeme la gracia de poder encontrarte en el templo de cada pensamiento y de ca­da actividad. Al descubrirte en mi interior, te descubriré en el mundo externo, en todas las personas y en todas las circunstancias.

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