Por Paramahansa Yogananda Giri
Cuando estamos en sintonía con Dios, nuestra percepción se torna ilimitada, siendo capaz de penetrar por doquier en el caudal oceánico de la Divina Presencia. Cuando conocemos al Espíritu, y tomamos conciencia de que somos Espíritu, no existe costa ni mar, tierra ni cielo, pues Él es todo. La fusión de todas las cosas en el Espíritu es un estado que nadie es capaz de describir. Se experimenta una infinita bienaventuranza: la plenitud eterna del gozo, la sabiduría y el amor.
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El amor de Dios, el amor del Espíritu, es un amor abrasador. Una vez que lo has experimentado, te guiará incesantemente en los reinos eternos.
Semejante amor jamás podrá ser arrebatado de tu corazón. Allí permanecerá ardiendo, y en su fuego descubrirás el inmenso magnetismo del Espíritu que atrae a otros seres hacia ti, así como también todo aquello que realmente necesitas o deseas.
Te digo de verdad que todas mis preguntas han sido contestadas, no por los hombres sino por Dios. Él es. Él es. Es su Espíritu quien te habla a través de mí. Es de su amor del que hablo. ¡Oleada tras oleada de gozo estremecedor! Cual dulce céfiro su amor envuelve el alma. Noche y día, semana tras semana, mes tras mes, año tras año, continúa creciendo, y no sabes donde llegará. Y eso es lo que tú anhelas experimentar, lo que cada uno anda buscando. Piensas que lo que deseas es el amor humano y la prosperidad, pero en el fondo de ambos se encuentra el Padre, quien te está llamando. Si logras comprender que Él es más grande que todos sus dones, ciertamente lo encontrarás.
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El hombre ha venido a la tierra exclusivamente para aprender a conocer a Dios; no existe otra razón para su permanencia aquí. Éste es el verdadero mensaje del Señor. A todos aquéllos que le buscan y le aman, Él les habla de esa Vida sublime donde no hay dolor ni vejez, guerra ni muerte, sino sólo seguridad eterna. En esa Vida nada se destruye. En ella existe únicamente una felicidad inefable que jamás se agosta: una felicidad que es siempre nueva.
Así pues, vale la pena buscar a Dios. Todos aquéllos que sinceramente lo buscan, con seguridad lo encontrarán. Aquéllos que anhelan amar al Señor y ansían entrar en su reino, y desde lo más profundo de su corazón desean conocerle, sin duda le encontrarán. Día y noche debes tener un anhelo cada vez más intenso de conocer a Dios. En reconocimiento de tu amor, Él cumplirá la promesa que te hiciera por la eternidad y experimentarás entonces gozo y felicidad sin fin. Todo es luz, todo es gozo, todo es paz, todo es amor. Todo es Él.
PLEGARIAS Y AFIRMACIONES
Enséñame a descubrir tu presencia en el altar de mi constante paz, y en el gozo que nace de la meditación profunda.
Concédeme la gracia de poder encontrarte en el templo de cada pensamiento y de cada actividad. Al descubrirte en mi interior, te descubriré en el mundo externo, en todas las personas y en todas las circunstancias.
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